El Camino Navarro

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El Camino Navarro

Monumento a Roldán en Roncesvalles


POR RONCESVALLES ENTRA LA SEGUNDA RUTA pirenaica de acceso al «Camino Francés» y, también, la más importante, puesto que en Ostabat confluyen los tres caminos principales hacia Santiago que atraviesan Francia: el pro-cedente de San Martín de Tours, el de Vézelay y el de Nótre-Dame du Puy. Por su estra-tégica posición, Ostabat disponía de diversos hospitales y alojamientos para el gran número de peregrinos que allí se daban cita. Como paso importante, los peajes de Ostabat constituían la principal fuente de ingresos para los señores de la región que, a menudo, se excedían en el cobro de sus tributos, llegando a aplicar una tarifa exclusiva de los comerciantes a los mismos peregrinos, según señala en su célebre «Guía» del siglo XII Aymeric Picaud: «Hay malos cobradores de portazgos que deben ser condenados, pues salen al encuentro de los peregrinos con dos o tres dardos para cobrar por la fuerza impuestos injustos, y si algún viajero rehúsa atender su petición y darles el dinero, le hieren con los dardos y le quitan el censo, afrentándoles, y hasta los calzones le registran... Aunque según ley no deben cobrar por una cosa cuatro monedas o seis, cobran ocho o doce: esto es, el doble». La catedral de Santiago gozaba del privilegio de poder cobrar los diezmos del peaje y para ello tenía destacado a un canónigo que, en calidad de procurador, residía en Gascuña.

El llamado «Camino Navarro» se inicia en la bella localidad francesa de Saint Jean de Pied de Port, capital de la Baja Navarra, sobre la calzada romana que desde la localidad francesa de Burdeos conduce a Astorga y en cuyo tramo pirenaico pervive la leyenda del emperador Carlomagno y de su sobrino Roldán en su lucha contra el peligro musulmán. Según la «Chanson de Roland», en Saint Jean de Pied de Port acampó Carlomagno una noche con los cadáveres de los Doce Pares, velados por el ejército en pleno, y allí mismo mandó levantar un monasterio dedicado a San Juan. Saint—Jean de Pied de Port, una pequeña villa de menos de 2.000 habitantes, conserva todavía su encanto medieval, gozando de un innegable atractivo para el turismo de montaña. (Batalla de Roncesvalles)

La parte antigua de la población consiste, basicamente, en una larga calle empedrada, delimitada por vistosas casas con flores y numerosas tiendas de artesanía, tejidos y recuerdos, coronada por la «Ciudadela», fortaleza rodeada de grandes murallas, desde la que se puede contemplar un magnífico pai-saje de los vecinos Pirineos. Al comienzo de la calle, denominada Rue de la Citadelle, los peregrinos que tengan intención de efectuar a pie, bicicleta o a caballo el Camino de Santiago, pueden obtener el «carnet de peregrino» en la oficina de «Les Amis de Saint-Jacques», regentada por Madame Debril, personaje emblemático, al otro lado de los Pirineos, en la defensa del Camino de Santiago. Los peregrinos abandonaban la población por la antigua Puerta de Santiago, o Puerta de la Ciudadela, a través de un bello puente sobre el río Nive.


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